John Kabat-Zinn considera, en su obra Vivir con plenitud las crisis, (Kairós, 2016) que hay siete factores actitudinales que constituyen las bases esenciales de la práctica de Mindfulness tal y como se concibe en el programa MBSR, el programa original de reducción del estrés de la Universidad de Massachusetts.

Estas actitudes, que se deben cultivar de manera consciente durante la práctica, no son independientes entre sí. Cada una de ellas influye en el resto y determina nuestra capacidad de atención presencial.

Mejorar cualquiera de ellas rápidamente mejora las demás, dado que todas juntas son los cimientos de una práctica de mindfulness adecuada. Las vamos a presentar ahora ya que son un gran apoyo para profundizar en la práctica.

No juzgar: «Los juicios tienden a dominar nuestra mente y hacen que nos resulte difícil encontrar la paz». Esta actitud se refiere a la observación imparcial de cualquier experiencia, sin considerar los pensamientos, emociones y sensaciones como buenos o malos, correctos o incorrectos, justos o injustos. Simplemente, somos conscientes de su aparición momento a momento. Los juicios son una gran fuente de estrés porque nos vinculan emocionalmente, de forma positiva, negativa o indiferente a lo que sucede y nos quitan libertad para responder de manera ecuánime.

Paciencia: «Ser paciente es simplemente estar presente, aceptando la plenitud de cada momento”. Se refiere a aceptar cada momento tal y como es, sin pretender que sea de otra forma ni querer que llegue el siguiente instante. A dejar que las cosas ocurran a su debido tiempo.

Mente de principiante: «Con demasiada frecuencia dejamos que nuestros pensamientos y nuestras creencias nos impidan ver las cosas como realmente son».  Esta actitud implica observar nuestra experiencia como si la viviéramos por primera vez, con curiosidad, como un niño pequeño que empieza a descubrir el mundo que le rodea. 

Confianza: Confianza en el propio proceso de la vida que se despliega a su propio ritmo, de manera natural. Aprender a confiar en la propia experiencia, en los propios sentimientos y en la intuición supone liberarse de la tiranía de juzgarse a uno mismo duramente. Esta actitud tiene el «sabor de la libertad», y es clave en una práctica genuina.

Aceptación: «Aceptar las cosas tal y como son es imprescindible para poder cambiarlas”.  No se trata de resignarse, sino de ser capaces de observar el momento presente tal como es, para responder con eficacia, según requieran las circunstancias. Solo aceptando las cosas como son podemos empezar a pensar en cambiarlas.

No luchar: «Casi todo lo que hacemos, lo hacemos con un propósito concreto, con la intención de conseguir algo”. Sin embargo, durante la práctica, no hay nada que lograr, ningún sitio al que llegar, ni es preciso obsesionarse con los resultados. Lo que importa es la práctica regular, la atención y las actitudes adecuadas. El resultado final no depende tanto de nuestro esfuerzo como de otros factores que no podemos controlar, por lo que no tiene sentido luchar contra ellos. 

Soltar, ceder, “dejar ir”: “El cultivo de la actitud de dejar ir, o no apego, es fundamental para la práctica de la atención”. Se refiere a dejar que las cosas sean como son, observar lo que aparece en la experiencia sin aferrarnos ni rechazar ningún contenido. Observar simplemente, abandonando todo intento de controlar o manipular la experiencia presente; sin identificarnos con nuestros pensamientos, juicios o emociones, como un testigo imparcial de lo que acontece.